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El testimonio que fortaleció a María

  • Natalia Mahecha
  • 1 mar
  • 2 Min. de lectura

El ángel le dijo: —No tengas miedo, María, porque Dios está contento contigo. ¡Escúchame! Quedarás embarazada y tendrás un hijo a quien le pondrás por nombre Jesús. Tu hijo será un gran hombre, será llamado el Hijo del Altísimo y el Señor Dios lo hará rey, como a su antepasado David. Reinará por siempre sobre todo el pueblo de Jacob y su reinado no tendrá fin. Entonces María le dijo al ángel:

—¿Cómo puede suceder esto? Nunca he estado con ningún hombre. El ángel le contestó: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso al niño santo que va a nacer se le llamará Hijo de Dios. También escucha esto: tu pariente Elisabet, aunque es de edad avanzada, tendrá un hijo. Decían que no podía tener hijos; sin embargo, está en el sexto mes de embarazo. ¡Para Dios nada es imposible! María dijo: —Soy sierva del Señor, que esto suceda tal como lo has dicho. Y el ángel se retiró. - Lucas 1:30 - 38 (PDT)


El ángel se aparece a María y le anticipa lo que sucederá, un acontecimiento que cambiará la historia de la humanidad y que demanda de ella fe y valentía. Es hermoso ver como el ángel, conociendo todo el contexto, le entrega la asignación a María y se asegura de alimentar esa fe, compartiendo con ella el testimonio de lo que ya había sucedido en Elizabeth.

Después de esto, la fe de María fue fortalecida y pudo responder: “hágase en mí conforme a tu voluntad”. El resultado de escuchar y creer los testimonios que se nos presentan es la valentía que viene al corazón para obedecer la asignación que se nos ha entregado.

Ambos, Juan y Jesús, nacieron de “imposibilidades”. Si Dios pudo hacer eso con Elizabeth, Él podría hacer lo que prometió a María. Cada vez que contamos un testimonio, estamos creando una oportunidad para que el Señor obre de nuevo.

 
 
 

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